Cuenta la leyenda (anónimo) que, una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido, con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día, y la serpiente no desistía… Dos días y nada… Ya en el tercer día, y sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas? No acostumbro dar este último deseo a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar…
¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? No.
¿Yo te hice algún mal? No. Entonces… ¿Por qué quieres acabar conmigo?
Porque no soporto verte brillar… Muchos de nosotros nos hemos visto
envueltos en situaciones donde nos preguntamos: ¿Por qué me pasa esto si
yo no he hecho nada malo, ni daño a nadie? Sencillo es de responder…
¡Porque no soportan verte brillar!…
Cuando esto pase, no dejes de brillar,
continúa siendo tu mismo, continúa y sigue dando lo mejor de ti, sigue
haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te
hieran, sigue brillando y no podrán tocarte… porque tu luz seguirá
intacta. Tu esencia permanecerá, pase lo que pase… Se siempre auténtico,
aunque tu luz moleste a los predadores.
En el libro “El Don de la estrella”, Og
Mandino, apunta a demostrar que todos, aunque en ciertos momentos no lo
creamos, somos capaces de encontrar un rayo de luz en medio de una
tormenta. Para llegar a esa afirmación, el autor señala que, mientras
hay personas que tienen tendencia a ver el lado negro de las cosas, hay
otras que prefieren fortalecerse frente a un infortunio e intentan
descubrir allí alguna enseñanza buena. En este marco, los primeros
suelen rendirse pronto y resignarse ante los problemas, mientras que los
demás interpretan las malas épocas como periodos de aprendizaje que,
desde el dolor, pueden llevarlos a ser más sabios.
A juzgar por Og Mandino, “el don de la
estrella palpita en nuestro interior” pero, para ver brillar la luz
cuando el cielo está lleno de nubarrones, es necesario tener confianza
en si mismo y fe en los demás. En este sentido leemos: “Nada puede
dañarte, solo tu mismo. Se celoso de tu tiempo, porque es tu mayor
tesoro. Todos los grandes éxitos resultan de trabajar y saber
perseverar. Nunca culpes a los demás por tu situación; eres lo que eres
por decisión tuya.
Trabaja todos los días como si fuera el
primer día del resto de tu vida y trata con ternura las vidas que tocas,
como si todas debieran acabarse a media noche. Ama a todos, incluso a
los que te repudian, el odio es un lujo que no puedes permitirte.
Aprende que el que da con una mano recogerá siempre con las dos. Por
encima de todo recuerda que se necesita muy poco para llevar una vida
feliz. Camina siempre adelante.
Aférrate a la vida con sencillez y
recorre en silencio tu sendero hacia la eternidad, con caridad y una
sonrisa. Todos tenemos un poder especial: La facultad de elegir. Da algo
de ti mismo cada día al mundo en que vives, y tu vida aquí estará llena
de armonía, satisfacción y amor. No es necesario que seas rico o famoso
o un genio para cumplir tu propio destino, todo lo que tienes que hacer
es utilizar tus facultades lo mejor que puedas.
La lucha es el único seguro para
cualquiera que debe desarrollar toda su capacidad. La adversidad no es
una maldición; es una bendición. Las personas más brillantes son las que
han pasado por la prueba y no se han derretido en el crisol de la
tribulación”. Enseguida ten presente las enseñanzas de todo campeón:
Construye tu propia personalidad. No imites, cree en ti. Se valiente…
para ganar hay que arriesgar. Se el mejor en lo que haces. Destaca… haz
lo difícil.
Para ser campeón, hay que parecer
campeón. Busca trascender… deja huella. Busca oponentes fuertes, son los
que te hacen crecer. El éxito genera más éxito, no te duermas en tus
laureles. Apunta alto… a las estrellas. Siempre alerta a los nuevos
desafíos. La disciplina te mantiene en la cúspide. Date a conocer, que
sepan de ti. Cuida tu imagen. Mantente en la cumbre. ¡Pon pasión en lo
que haces! Y por último considera las lecciones que deja el episodio del
arca de Noé, adaptándolo a tu conveniencia, según sean tus creencias:
No pierdas el barco. Recuerda que todos estamos en él.
Planea con tiempo. No estaba lloviendo
cuando Noé construyó el arca. Mantente en forma. Cuando tengas 60 años,
alguien podría pedirte hacer algo realmente grande. No hagas caso a las
críticas; solo has el trabajo que debe ser hecho. Finca tu futuro en
tierra alta. Por seguridad, viaja en pareja. Recuerda, el arca fue
construida por principiantes, el Titanic por profesionales. No importa
la fuerza de la tormenta, cuando estás con Dios, siempre hay un arcoíris
esperándote.
Via: http://www.latribuna.hn/
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